En la cima de la escalera Subida Concepción, ubicado sobre una roca de un antiguo acantilado y rodeado de naturaleza, se encuentra un pequeño paraíso conocido como Hotel Boutique Ayca La Flora, que no solo deslumbra por su espectacular vista a la bahía de Valparaíso, sino también por su amplio jardín repleto de plantas nativas, arboles frondosos y una terraza que te permitirá desconectarte de la ciudad.
El hotel que fue abierto hace solo dos meses, ya ha cautivado a diferentes huéspedes, tanto nacionales como extranjeros, es por esto que quisimos conocer más de este mágico hotel ubicado en la zona patrimonial de Valparaíso.
A nuestra llegada, nos encontramos con una remodelada casa de mediados del siglo XX, allí nos reciben amablemente sus dueños, Alex Lagos, Chileno y Anne-Charlott de nacionalidad Alemana, quienes nos hacen un recorrido por las diferentes instalaciones y nos comentan cómo surge el hotel, porqué escogen este barrio para su proyecto y cuáles son las bondades que el hospedaje boutique tiene para ofrecer a sus visitantes.
- ¿Por qué el hotel lleva este nombre?
“Ayca, es por la araucaria y chagual, que son nuestros símbolos, la araucaria por Chile y el chagual por la quinta región, porque es endémico de acá y La Flora porque tenemos un hermoso jardín, en el cual hemos trabajado mucho, que esta rodeado de flores de diferentes tipos”.
- ¿Cómo surge la idea de poner el hotel en un barrio histórico de Valparaíso?
“Un socio francés de Alex le enseño el tema de la hotelería y pensamos en poner un hotel en Machu Picchu, pues fue en Perú donde nos conocimos. Además yo tengo estudios en relación a la administración hotelera, pero Alex sentía la necesidad de hacer algo en su patria y fue un amigo alemán que nos incentiva hacer algo en Valparaíso, porque sabia el potencial que tenia la ciudad en términos turísticos”, comenta Anne.
“Estuve un año y medio viniendo a Valparaíso a mirar casas, vi más de 200 casas, así que un día venia medio desilusionado de una casa que vi en el paseo Dimalow y venia bajando por la escalera cuando vi esta propiedad, pero era inaccesible par el presupuesto que teníamos, hable con la corredora y le comente el potencial que tenia la casa, que pese a que era una vivienda abandonada, tenia belleza en su alrededor y que era ideal para nuestro proyecto, a lo que ella respondió que era el único cliente que le había dicho eso. Finalmente ella hablo con el dueño, de hecho terminamos siendo amigos y se acomodo el precio, se suspendió la venta y de eso han pasado 6 años”, agrega Alex.
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La idea original era solo remodelar la casa y hacer un hotel pequeño pero luego de barajar algunas ideas se comenzó a concretar el sueño de una ampliación.
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- ¿Quién les ayuda con la remodelación y ampliación?
“El arquitecto es Pablo Cáceres quien participo en la restauración del ascensor el Peral y San Agustín, él nos dio el concepto de ascensores de Valparaíso en homenaje al ascensor Esmeralda que había al lado del hotel. La idea era hacer algo que fuera parte del cerro, que se adaptara, que no fuera ajeno, pues queríamos apoyar al barrio y aportar como vecinos”.
- ¿Cuáles son las bondades que tiene Ayca La Flora?
“Nuestro hotel tiene 11 habitaciones que incluyen desayuno y una atención personalizada, entregamos productos artesanales, tenemos damascos que dan 70 kilos y con eso se hacen mermeladas que son fabricadas acá y lo mejor que la gente se puede relajar, ese es el concepto del hotel, hacer un lugar amigable, un lugar que sea para encontrar paz, que sea un refugio para el alma”.
- ¿Cuáles son las características sustentables del hotel?
“La gente gasta más de la tierra que lo que regresa, por eso los jóvenes tienen rabia, porque dicen que nos van a dejar mucha basura, muchas problemas, entonces tienen razón, en base a eso decidimos hacer una serie de cambio para cambiar el mundo o el lugar donde vivimos.
Acá buscamos tener buenas relaciones con todas las naciones, respetamos y apoyamos al personal, al barrio, lo que sea, eso es también es parte de la sustentabilidad, pero en relación a la naturaleza lo primero que hicimos es rescatar este jardín, que da oxigeno a la ciudad. Por otro lado tenemos un sueño de rescatar la escalera, hacerla un pulmón verde, un punto turístico. También generamos un sistema de riego tecnificado que riega de noche todo el jardín en tan solo dos minutos, las instalaciones tienen doble panel para mantener el equilibrio, acá todo es eléctrico e intentamos intervenir lo menos posible la naturaleza de hecho los jabones son orgánicos, regalamos botellas de aguas metálicas y así evitamos el plástico, son pequeños detalles que han aportado al medio ambiente.
Pero nuestro terreno es nuestro gran proyecto y es uno de los últimos que tiene arboles nativos y lo cuidamos para conservar las plantas”.
- ¿Qué significa para una ciudadana alemana mudarse a Valparaíso?
“Valparaíso siempre te sorprende, me gusta mucho el contraste de antiguo con nuevo, me gusta la belleza, me gusta el arte, la creatividad, la capacidad para inventar cosas, eso me gusta de los porteños, acá hay vida de barrio, se conoce a los vecinos, en las ciudad grandes hay una anonimidad pero en los barrios no.
Valparaíso siempre te sorprende, su cultura, también hay una historia importante con los alemanes pero en esta ciudad me han recibido con mucho cariño, estoy muy agradecida”.
- ¿Y el hotel tiene algún toque de Alemania?
“Muchos, pero en particular me gustaría comentarte que hay una campana que la trajimos de allá, era de mi mamá porque ella vivía en Núremberg y en la guerra mundial bombardearon la cuidad completamente, entonces mi mamá desde joven perdió todo, esto ocurrió en el año 45 y lo único que se salvo de la casa de sus padres fue la campana que se utilizaba como timbre, fue lo único que se salvo.
Cuando compramos esta casa me di cuenta que fue construida en el año 45 justo el año que mi mamá perdió su casa, entonces cuando ella supo, me dio la campana y me dijo -es la sucesión- hay tiene que ir la campana”.
- Finalmente, hacer un invitación a todos los que los están leyendo…
“Valparaíso es una ciudad única, no tenemos que envidiarle nada a ninguna ciudad, acá serán atendidos por sus propios dueños, podrán probar una rica mermelada artesanal, encontrarán un lugar pacifico inserto en un barrio patrimonial con una vista espectacular y un paz única”.
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